No me preguntes qué ni cómo ni mucho menos por qué. Simplemente eras tú, era yo y algo que ha sido nuestro tema de conversación por años. Me da temor decirte el concepto, sin embargo, no reparo en intentar describir lo real que fue. La sensación, el tacto, el olor, el sonido, todo, absolutamente todo era real, era tangible, tanto asi que desperté preocupado y al mismo tiempo ilusionado. Fue como reencontrarse con el primer beso después de mucho tiempo, como ir de tu mano, como un abrazo eterno.
En ese mundo de los sueños donde el panorama no es real tu figura se anteponia ante todo, ante los colores, formas, seres extraños y raros acontecimientos. Era tal mi asombro que no dije una sola palabra durante el tiempo que duró, solo me dediqué a observarte, a escucharte, a quererte. No hubo nada sexual, si hubo algo físico, pero me quedo con la presencia de un cosquilleo en el estómago, con esa sensación de que al fin pude abrazarte y de no querer soltarte, con la sensación de algo que salia de nuestros cuerpos que nos hacia abrazarnos más fuerte.
El despertar fue como un reproche, ¿porqué no puedo seguir soñándote?, ¿porqué no seguir sintiendo eso? y lo único que pude hacer es sentarme en la cama y aceptar, para mi desgracia, que fue solo un sueño.